Muchas de las bombillas de un coche hay cambiarlas porque pierden luminosidad, no porque se fundan o se rompan. Se estima que una bombilla, antes de fundirse, puede llegar a perder hasta un 30% de su capacidad lumínica.
Esto nos indica que conforme van envejeciendo las bombillas del coche empiezan a perder gran parte de su efectividad.
Por esa razón, conviene proceder al cambio de las bombillas principales (sobre todo las que tienen como función ser vistos) al menos cada 30.000 kilómetros o 2 años.